26 - Los Apóstoles: Felipe, Natanael, Mateo, Tomas y los gemelos Alfeo 3d6a17

El quinto apóstol en ser escogido fue Felipe. Tenía 27 años y hacía poco que se había casado. Todavía no tenía hijos. Felipe fue nombrado mayordomo del grupo. Era su deber proveer alimentos y asegurarse de que los visitantes, y aun a veces las multitudes que acudían para escucharlos, tuvieran algo de comer. Felipe fue un buen mayordomo. Su característica más destacada era su minuciosidad y confiabilidad metódica. No era buen orador, pero en la obra personal era muy persuasivo y tenía mucho éxito. No se descorazonaba con facilidad.

Era tenaz y laborioso en todo lo que emprendía. El punto flaco de Felipe era su total falta de imaginación. Era el típico hombre promedio y común de todos los días. Todos derivaban consuelo al observar que había alguien semejante a ellos que había sido honrado en los concilios del maestro. El hecho de que alguien como ellos ya hubiese encontrado un alto puesto en los asuntos del reino los llenaba de coraje. Y mucho aprendió Jesús sobre cómo funciona la mente de algunos hombres al escuchar pacientemente las tontas preguntas de Felipe y al consentir tantas veces en la solicitud de su mayordomo que le mostrara.

Su primer converso fue su amigo Natanael, quien era el único de los primeros seis que no conocía a Jesús. Y cuando Natanael pretendió dudar expresando, ¿puede venir algo bueno de Nazaret? La eficaz respuesta de Felipe fue, ven y ve. Felipe fue un hombre poderoso en el reino, ganando almas dondequiera que iba. Y fue finalmente crucificado por su fe y enterrado en Hierápolis. La esposa de Felipe había sido muy eficiente en el cuerpo de mujeres.

Era una mujer temeraria y permaneció al pie de la cruz de Felipe, alentándolo a que proclamara la buena nueva a una de sus asesinos. Y cuando él ya no tuvo fuerza, ella siguió proclamando la salvación por medio de la fe en Jesús. Y sólo pudieron silenciarla los ahirados judíos, apedreándola hasta matarla. Su hija mayor, Lea, continuó la obra de ambos, llegando a ser, posteriormente, la famosa profetisa de Hierápolis, Natanael.

Fue Natanael el último de los seis apóstoles escogidos por el maestro mismo. Tenía 25 años y era su príncipe. Era el único sostén de padres ancianos y enfermos con quienes vivía en Cana. Natanael velaba por las necesidades de las familias de los doce apóstoles. Recibía informes regulares de cada familia y solicitaba dinero a Judas para enviarlo cada semana a las familias que se encontraban necesitadas. La gran virtud de Natanael era su honestidad y sinceridad. En muchos aspectos era un genio entre los doce. Era un filósofo y un soñador muy práctico. Alternaba entre filosofía profunda y un sentido del humor poco común.

Su humor calmaba algunas de las tensiones que vivieron los doce apóstoles. Era probablemente el mejor narrador de historias entre los doce. El maestro disfrutaba enormemente escuchando a Natanael conversar de cosas tanto serias como frívolas. La debilidad de su carácter era el orgullo. Estaba muy orgulloso de su familia, su ciudad, su reputación y su país, lo cual es encomiable si no se lleva a extremos. Tendía a prejuzgar a los individuos de acuerdo con sus opiniones aún antes de conocerles. Tal como lo hizo con Jesús, pero no vaciló en cambiar de opinión cuando contempló el rostro del maestro.

El padre de Natanael, Bartolomé, murió poco después de Pentecostés. Luego Natanael viajó a Mesopotamia y a la India. Y aunque no participó en la organización de la naciente iglesia cristiana en Jerusalén, fue un gran hombre en el reino. E hizo mucho por divulgar las enseñanzas de su maestro. Sus hermanos apóstoles nunca más supieron de su compañero filósofo, poeta y humorista.