2025: Parashá Emor: Limpieza (20-Iyar-5785) 302s3v

De verso 1 al 24, 23 es la porción de esta semana que se llama amor, no amor, amor no, amor.

Casi se forma amor, pero es amor, es hablar, diles.

El hablar son las palabras que salen de nuestra boca, los deseos, porque es lo más importante.

Esto es lo que el Eterno le dice a Israel.

Dile a las personas importantes, a las autoridades que más bien son para estas palabras, son para los dirigentes de Israel, como el Coen Gadol, que es el sumo sacerdote, los Coanim, los sacerdotes y los levitas, los servidores.

Este es el mensaje para ellos, pero dicen los sabios, si ya pasó, no hay templo, no hay nada, ¿por qué siguen estas lecciones para nosotros? ¿Por qué si ya pasaron? ¿Cómo nos toca saber que son para nuestro tiempo si ya pasó? Y es que muchos es lo que no pueden entender, que cada generación tiene la forma o tiene la habilidad de encontrar la energía para cada quien.

Esta es la que nos da la fuerza, cada palabra, cada letra tiene para nosotros un valor muy importante.

Y cada letra está viva porque es una palabra viva, no está muerta.

Este es el mejor libro que tenemos, el libro de los libros, decimos.

Y es el mejor libro que puede encontrar en todo el mundo, es lo que nos ayuda a entender que se encuentra aquí la vida.

Que no sólo el pan vivirá el hombre, que es mejor que el pan que usted come, es la palabra.

Que alimenta el alma, que nos trae, y nos dice el Salmos 19, siempre lo leemos, que es más dulce que la miel.

La palabra es más que eso, que lo que pueda tener sabor en el mundo.

Y esto es lo que nos entiende para nosotros, para la forma humana, que es física, no lo puede entender porque es locura.

Pero las cosas que empezamos a entender a espiritual, porque esto es lo que a nosotros nos da la capacidad de entender lo espiritual, no lo material.

Porque a veces no entendemos nada, el hombre simplemente camina, se reproduce y muere.

No entiende cuál es el plan de Dios, porque esto es una vida natural, un ciclo natural, porque así lo creó Dios.

Y nos dice en el principio, vamos al principio, dice Génesis 2.7.

Ahí nos dice que Dios le dio algo especial al hombre, cuando lo creó.

¿Sí lo tiene? Génesis 2.7.

Entonces, el eterno formó al hombre del polvo y de la tierra, y sopló en su nariz al viento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

Aquí no lo formó de protones, neutrones y quién sabe qué tanto es de las fuerzas extrañas.

No, no, no, no. Dios dice que lo formó, o sea, él diseñó la forma.

Él trajo la materia para que esa materia fuera utilizada.

No fue algo extraño como el mundo lo plantea.

Y dice aquí el eterno que lo formó, primeramente lo formó antes de darle vida.

Y dice que puso en nuestro aliento, en el aliento, en el aliento de la boca de Dios, de él salió.

No, no, no lo inventó.

Aquí nos dice que el eterno hizo algo especial de su boca, le dio el aliento de vida porque su palabra es vida.

Yo sabía, por eso las palabras de que sale de su boca, todas estas palabras que salen de él son para vida.

Estas palabras que tenemos aquí no son cualquier cosa que el hombre puede escribir o inspirarse.

Esto nos da a entender que la palabra que sale de él es lo que nos va a nosotros a traer la fuerza, la energía para poder vivir.

Que sin esto no podemos vivir.

Y empezamos a ver entonces que dice aquí la escritura que el hombre es un ser viviente.

Que empieza a caminar y tener esa energía.

Y decimos ¿qué es lo que hizo el eterno al formarlo? Él al hacer una persona, moldeó primeramente al hombre para darle esa forma y después dijo lo voy a hacer un ser viviente que pueda moverse la cara.

Entonces, ¿por qué sopla el aliento de su boca para dárselo al hombre? ¿Por qué sopla eso? Porque dice que sin ese aliento no nos podemos mover y eso es lo que se va, es lo que regresa a Dios.

El espíritu lo consideran como el viento que se mueve.