127. Confiar sin tenerlo todo claro: el liderazgo real empieza ahí 4j3o6p

Hay días en los que el camino está muy claro y otros en los que hay solo niebla.

En esos días, en los de niebla, de duda, de miedo, es donde más importa una cosa.

Confiar en ti, aunque no veas el final del camino.

De esto trata este episodio, porque confiar en uno mismo no es un don que solamente unas tienen y otras no.

Es una decisión.

Y no se toma solo una vez esta decisión, se toma todos los días.

Cuando todo está claro, es muy fácil confiar.

Pero cuando hay niebla, cuando no vemos con nitidez, cuando no sabes si va a funcionar, ahí es donde nace el verdadero liderazgo.

Y de eso quiero platicarte hoy, no de la confianza idealizada, sino de esa confianza real.

La de las mujeres que como tú, que como yo, dirigimos empresas, tomamos decisiones difíciles, a veces dudamos, nos cansamos, en ocasiones hasta queremos tirar la toalla, pero no lo hacemos, porque hay algo dentro de nosotras que nos dice, no te detengas aquí, continúa.

Vamos a desmenuzar esto paso a paso.

¿Estás lista? ¡Comenzamos! Bienvenida, soy Patti Díaz y esto es Dueñas de Negocio, un podcast diseñado para mujeres emprendedoras que quieren más.

Más claridad, más crecimiento, más impacto.

Con 25 años de experiencia como empresaria, sé lo que significa empezar desde cero.

Lo hice, he estado donde tú estás.

Inicié con una máquina de coser prestada y hoy lidero una empresa con franquicias, sucursales, talleres y resultados tangibles.

En este espacio compartiré contigo lo que a mí me hubiera encantado escuchar cuando estaba en plena transformación.

Desde la inspiración para mantenerte firme, hasta herramientas prácticas que puedes aplicar para hacer crecer tu empresa de forma sostenible.

Y obviamente, transformarte en el camino.

Si estás lista para llevar tu negocio al siguiente nivel, sin sacrificar lo que más amas, este es tu espacio.

Bienvenida y prepárate porque el camino de transformarte en dueña de negocio, créeme, es muy enriquecedor.

Muchas veces imaginamos que la confianza se siente como una certeza interna de una forma constante en todas las decisiones.

O como si de pronto algo hiciera un clic y ya supieras que todo va a salir de maravilla.

Y obviamente no pasa así.

La mayoría de las veces la confianza es una elección.

Con miedo, con dudas, con esa vocecita interna que nos dice, ay, ojalá que no me esté equivocando.

Y nos pasa cuando subimos los precios sabiendo que vamos a recibir reclamos de clientes, pero que sabemos que es lo mejor y subimos los precios.

O cuando contratamos a alguien y soltamos esa parte de control que tanto nos costó construir.

Cuando cerramos proyectos que nos gustan, pero que ya no funcionan.

Cuando despedimos a alguien que no está alineado con nuestros valores, aunque nos duela profundamente.

Cuando lanzamos algo nuevo con ilusión y que aunque no está perfecto, aunque aún no tengamos todas las respuestas, confiamos y lo lanzamos.

Estas decisiones son el pan de cada día de una líder de negocio.

Y detrás de cada una hay un músculo que se ejercita, que es la confianza.

Y no solo se trata de decisiones grandes.

Muchas veces lo que más nos reta no es lo extraordinario, sino lo cotidiano.

Esas pequeñas decisiones que parecen simples, pero que requieren constancia, que requieren coraje.

Decisiones como sentarte a revisar las cuentas, hacer tu balance semenal, aunque te incomode mirar los números de frente.

Dar la retroalimentación a una colaboradora cuando algo no va bien, aunque se prefiera evitar la conversación.

Grabar ese video para redes sociales, aunque no te encante cómo luces frente a la cámara.

Atender una urgencia de un equipo, aunque eso signifique reorganizar todo tu día.

Son elecciones muy pequeñas, sí, pero que sostenidas en el tiempo, construyen una base interna sólida.

Porque cada vez que eliges enfrentar lo incómodo, estás diciéndote a ti misma, puedo con esto.

Y eso también es confianza.

No mágica, no perfecta, solo ejercitándola.

Ejercitar la confianza como un músculo, porque aquí viene lo importante.

Si tú no decides confiar, alguien más va a tomar las decisiones por ti.

Quizá el miedo, la duda, el qué dirán, o la necesidad.