09042025 | Cuadri, Dolores Aguirre y Prieto de a Cal con "3 Puyazos" 3t3v45

Comienza Clarines y Timbales, tu podcast taurino.

Entramos ya en la recta final de la cuaresma para vivir la semana más intensa que todo católico celebra, la Resurrección de Jesús. Y cada año se me viene a la cabeza aquel pregón de Alberto García Reyes en Sevilla, en la descripción de La Piedad del Baratillo, la Virgen más taurina. Y me gustaría compartir con todos vosotros lo que me ronda cada año de pasión.

La Piedad del Baratillo. Esa quinceañera que lleva a su hijo muerto por la vera de la Plaza de los Toros es el culmen de la bravura, un homenaje a todas las madres, esas niñas perpetuas que se pasan la vida rogando a Dios por nosotros. Yo la miro a ella, pienso en mi madre y se me llena la boca de piropos desde el tendío. Muchacha de la Renal, misericordia en tu abrazo, te enviste un alba real y tú en el trance final lo metes en tu regazo.

Moza de la Maestranza con el hierro del pilar clavándose en tu templanza, la muerte se te abalanza sobre el hule de tu altar. Niña del manto de luces, solo tienes quince años y estás cargada de cruces, el dolor te da de bruces y nunca vas al engaño. Chiquilla de los toreros de los cercados de luna, torean los tentaderos de los hierros carreteros y el compás de la laguna y siempre te hiere el toro del miércoles por la tarde cuando la luz es de oro y el pitón es indoloro en tu corazón que arde.

Un hacha de alcurrucén le abrió a tu hijo las llagas, nadie toreó tan bien como él en Jerusalén una suerte tan aciaga. Un romano malnacido lo reborcó por molviedro y le despojó el vestido en un derrote perdido de la ira de un Juan Pedro y tú siempre vas plañendo la agonía del maestro que en el ruedo es un estruendo, estoqueas al zarduendo y te enviste un mar cabestro.

Eres encaje de nubes del azul en su berreo, ganadera de un murube que en el vil arrastre sube a la gloria del toreo. Torre alta de la fe, la nobleza de Jandilla, la Verónica que fue en su muerte árbol a pie, tauromaquia de Sevilla. Cruz roja de la Ascensión, aquella tarde de Urquijo en la que dio el faraón medias de resurrección por la muerte de tu hijo. Fuente imbro donde mecen su sangre las amapolas para que las flores recen, pasodobles mientras crecen los oles de los guardiolas. Eres la niña de acero que aguanta la tempestad de los venites cuberos en el momento postrero en que te llaman piedad, que más brava no la hay y más noble ya no existe.

Todo el tendido es un hay cuando en pleno guirigay la muerte de Dios te enviste. Eres gemido del viento, del Carmen la zalamera, un dolor de monumento. Eres el lance más lento que jamás tocó Tejera, torre estrella que ilumina con tus ojos diluvianos la suerte más apta y fina cuando asomas por la esquina, reina de la calle Adriano. Eres la mejor divisa, garantía de revuelo, la más casta y más precisa, la que mejor improvisa los quites con un pañuelo. Eres la niña más pura y no te vale un novillo. Tu destino es un miura que escarba la sepultura del señor del baratillo.

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