True crime o el placer de ver culpables 4x3g4d

26/04/2024

La descripción detallada de los pormenores de esa investigación son, al final del día, un baño...

La descripción detallada de los pormenores de esa investigación son, al final del día, un baño con burbujas. Las referencias a las costumbres de aquella secta amenizan las cenas de amigos. Sin militar aquí precisamente en la cultura de la literalidad, no son éstas las pasiones más sencillas de explicar y por eso hemos convocado a Mar García Puig a que nos ayude.

Nuestro interés por el true crime es ambivalente: viejo y nuevo, vergonzante y transformador. Por una parte, toda época de frenesí político o esplendor cultural ha guardado agazapado un predominio del interés por los sucesos. Las propias investigaciones policiales ganan legitimidad al calor de las narraciones sobres los crímenes. Existe una tematización popular de los excesos de la criminalidad que es coetánea a la categoría misma de delincuencia: No piense en un ladrón ni en un contrabandista, en esa gente que no son sino su yo menos disciplinado; estremézcase mejor ante el asesino en serie.

La persistencia de las novelas policíacas y las secciones de sucesos no eclipsa la gravedad que ha ganado el género. Desprestigiado pero en continuo multiformato, cualquiera puede presentar hoy sus proyectos de showrunner mientras ve las noticias: esta historia contiene un buen podcast, dos miniseries y el documental crítico con la inflación mediática del asunto.

Ahora bien, lo particular de este reinado contemporáneo del true crime es que se funda además en el consumo y en la creciente producción femenina. Y hay quien discute si feminista. La ambivalencia no solo reside en que la mayor parte de las víctimas sean también mujeres, sino en que, como bien mostró Nerea Barjola en la Microfísica sexista del poder, la exposición de estos crímenes ha funcionado como dispositivo disciplinario del cuerpo femenino y más allá. Si, para cada generación, se ha dispuesto un crimen de Alcasser, de Marta del Castillo, de Diana Quer que ha pretendido aterrorizar a distintas minorías con las consecuencias de su autonomía, ¿de dónde proviene este enganche? ¿puede convertirse el sufrimiento de las demás, como evocaba Mar, en fuente de entretenimiento o de crítica?

Por nuestra parte, tenemos algunas hipótesis, muchas inconsistencias y, lo que es peor, bastantes recomendaciones, así que bienvenides.

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