📖 Tener moneda propia es clave para la soberanía política ❗ TMM para iniciados Capítulo 3.2 6w2h31

En el vídeo anterior hablamos de qué es la soberanía monetaria para la teoría monetaria moderna y hoy lo que haremos será hablar de la soberanía política porque es un concepto estrechamente vinculado con el primero. Aquí tenéis el segundo capítulo, segundo epígrafe de este tercer capítulo que se denomina soberanía política.

Al vincular la existencia y aceptabilidad del dinero con los impuestos estatales, la teoría monetaria moderna inevitablemente está también vinculando el dinero con el concepto de soberanía política. Si un pueblo quiere ser realmente soberano necesita controlar la moneda que se va a utilizar en su territorio, pues entre otras cosas es lo que le va a dar la posibilidad de movilizar recursos reales para sus objetivos.

Esto es todavía más importante en una época como la actual en la que los pueblos que comparten una misma cultura e identidad tratan de organizarse a través de estados naciones. Los autores de la teoría monetaria moderna muestran algunos ejemplos históricos en los que los pueblos sólo pudieron lograr su soberanía política completa al obtener plena soberanía monetaria. Recordamos, emisión de la moneda que utiliza sin vincularla a ninguna otra moneda o activo.

Por ejemplo, siguiendo a Weintraub y Schuller, Pablina Cherneva señala que India había emitido su propia moneda, rupias, desde 1862, todavía bajo el dominio británico, pero durante la mayor parte de ese periodo y hasta la independencia la emisión de moneda en India funcionaba como una junta monetaria. Es tan sólo después de la independencia que India asumió el control soberano de la rupia.

Otro ejemplo que añade es el de las colonias australianas, que emitieron algunas monedas, todas vinculadas a la libra esterlina. La paridad continuó después de la federación en 1901 hasta que el gobierno asumió el control de todas las cuestiones cambiarias y comenzó a emitir la libra australiana en 1910.

La independencia requería soberanía monetaria, que Australia finalmente logró en el periodo de entreguerras. Por su parte, Charles Goodhart señala como ejemplo la desintegración en la década de los años 90 del siglo XX de la Unión Soviética, de Checoslovaquia y de Yugoslavia en varios estados, pues cada uno de ellos creó su propia moneda para alcanzar su soberanía política, y lo mismo ocurrió en Austria y Hungría después de la Primera Guerra Mundial.

Pero al mismo tiempo indica que también el proceso político inverso, el de la reunificación de estados, va en línea con los postulados chartalistas y muestra como ejemplos Estados Unidos, Alemania e Italia. Resumidamente y utilizando sus palabras, el chartalismo predice que la fragmentación de la soberanía conducirá a la fragmentación en monedas separadas y, por el contrario, que la unificación en un estado federal efectivo conducirá a la unificación de monedas previamente separadas.

Sólo encuentra algunas excepciones a estas reglas, como los estados minúsculos, que utilizan monedas extranjeras, pero precisamente debido a que son políticamente débiles y dependientes de otros, por lo que no tendrían verdadera soberanía política. Pero también las uniones monetarias como la europea, con la cual es muy crítico por desvincular la soberanía del Estado Nación del control de la moneda utilizada. Así lo explica.

Este divorcio entre dinero federal y la descentralización gubernamental a nivel del Estado Nación, especialmente con las principales funciones fiscales permaneciendo en ese nivel nacional más bajo, es la fuente de tensiones potenciales. Siguiendo a Cherneba, tan importante es el control del dinero para soberanía política de un estado, que éstos siempre han tratado de evitar que otros agentes le erosionen o arrebaten dicho control, siendo una de esas posibles formas la falsificación del dinero.

Por eso dicho acto ha sido siempre duramente perseguido por las autoridades y penalizado con graves sanciones. Pero es que no sólo los estados han perseguido y prohibido la falsificación para proteger una de sus principales herramientas para ejercer el poder, sino que también la han promovido en el caso de las monedas de sus enemigos o adversarios, precisamente como arma de guerra. Hay muchos ejemplos históricos, tal y como cuenta Cherneba en este párrafo.

La falsificación de moneda alemana patrocinada por el gobierno británico durante la primera guerra mundial, la emisión de dólares estadounidenses falso que hizo Stalin en el periodo de entreguerra, la falsificación de bonos británicos ideada por Hitler durante la segunda guerra mundial, operación Bernhardt, la emisión de monedas vietnamitas y cubana falsa de los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam y la inversión fallida de Bahía de Cochino, respectivamente. Otro ejemplo histórico documentado es el de las colonias británicas en América del Norte, cuyos ejemplos históricos son los de la guerra de Cochino en el siglo XIX y los de la