Nº 154-VIAJEROS ROMÁNTICOS - “RONDA EN LA RUTA ROMÁNTICA DEL BAJO GENAL” - William George Clark (1849) 4e3h5t

Una ciudad, ronda, dos territorios en uno, la serranía rondeña y el campo de Gibraltar, unos personajes, arrieros, contrabandistas, guerrilleros, bandoleros, serranos y...

Un programa en coperronda, viajeros románticos, con Faustino Peralta, cronista oficial de la ciudad de ronda. Buenas tardes y bienvenidos de nuevo a viajeros románticos, aquí en coperronda, encantado de estar una semana más con todos ustedes, ronda en la ruta romántica del bajo genal, William George Clark, fecha del viaje 1849, William George Clark es autor de la obra Gazpacho o los meses de verano en España, sobre su viaje a nuestro país realizado en 1849 y que publica en Londres al año siguiente, entra Clark en España por San Sebastián, alcanza Gibraltar semanas después, atravesando todo el país y continuando por las costas malagueñas, desde allí decide ir a Sevilla, surcando la serranía de ronda, para ello contrata dos caballos y un guía por el precio total de 22 dólares y el compromiso de recalar en tierras hispalenses, en no más de cuatro días, desde ronda visita la cueva del gato, Benahoján y Montejaque, para después marchar hacia Sevilla por Zahara de la Sierra, en el capítulo 22 nos habla de su estancia en ronda, la ciudad de ronda está construida a lo largo del borde de un acantilado, de unos 600 pies de altura, justo donde el terreno sombrío y desnudo de la meseta, se rompe repentinamente en un valle bien regado y fértil, está atravesada por un desfiladero angosto y profundo, que discurre en ángulo recto con respecto a la pared del acantilado, que o bien el paciente arroyo ha excavado por sí mismo, o bien una fuerte convulsión la ha atravesado, justo cuando se encuentra con el acantilado, este desfiladero está atravesado por un puente, macizo como una obra romana y debajo el pequeño río corre hacia el valle a través de una sucesión de caudaces altos, al lado del torrente un sendero serpenteande conduce a una serie de molinos de agua muy diminutos, pero tan productivos como los mejores, cada uno de ellos parece hecho para una viñeta, acurrucado bajo una roca, cubierto de espontáneas enredaderas y arrojando una lluvia de diamantes de la mejor agua, siento mencionar por el crédito de la ronda joven, que fui asaltado por una ducha no de metafóricos diamantes, sino de sínex común, en resumen como diría el señor Mike Cowher, algunos niños me arrojaron piedras, estaba debajo de la roca como otro de tantos y mis asaltantes estaban arriba, de modo que teniendo la gravedad de su lado, los traviesos pilluelos, si el objetivo hubiera sido tan bueno como la intención, podrían haber llevado mis andanzas a un desgraciado final.