🙏 EL VIAJE DE MI VIDA, con RAMIRO CALLE 3wb5f

El viaje de mi vida es el nuevo libro de Ramiro Calle y, por supuesto, teníamos que invitar a Ramiro al programa. Ya sabéis que aquí disfrutamos mucho de las charlas que tenemos con Ramiro.

Pues son de aquellas charlas que iluminan. Iluminan, sobre todo, porque se nota que hay verdad. Y la verdad viene de la experiencia. Y Ramiro ha pasado por muchas experiencias vitales, ha pasado por el sufrimiento. Él, en este libro, El viaje de mi vida, se define como un ser eterno, eternamente insatisfecho.

Pero, además, lo dice como una virtud, podría ser, como algo positivo, porque la insatisfacción, bien canalizada, bien dirigida, pues hace realmente que evolucionemos y queramos saber más, ¿no? Porque si no, nos quedamos siempre como estamos. Y esto es un trabajo continuo, lo sabéis. El trabajo de aprendizaje, crecimiento personal, es algo continuo que nos lleva toda la vida. Ramiro, bienvenido. Álex, comunica.

Hola, Álex. Encantado de volver a charlar contigo. Muchísimas gracias.

Gracias a ti, Ramiro, por estar con nosotros. El viaje de mi vida. Un viaje, obviamente, se inicia con el nacimiento, ¿no? No sabía yo, Ramiro, que eras ochomesino.

Sí.

¿A eso le has encontrado algún significado? Porque yo también soy ochomesino.

O simplemente es cuestión de azar. Sí, yo nací a los ocho meses.

Oye, algo más que nos une nuestra empatía y simpatía. Y de que ahora ya, aunque yo no creo en la astrología mucho, ¿qué signo astrológico eres? Yo soy pistis.

Muy bien. Amante del hogar. ¿Es cierto o no? Amante de...

Del hogar, se dice.

Amante del hogar. Sí, amante del hogar, pero también amante de las aventuras relacionadas con lo misterioso, con lo invisible. Es algo que tú, Ramiro, abordas mucho también en este libro, en el viaje de mi vida, en el viaje de tu vida. Pero empecemos por algo muy importante que nos determina y define a todos los seres humanos, que es la relación con el padre, con la madre. ¿Qué es lo que aprendiste de tus padres? ¿Culpas a tus padres, como hace mucha gente? No, jamás.

Ah, es que soy de esta manera por culpa de mi padre, de mi madre.

Jamás. Eso me parece imperdonable. Eso es inexcusable. Cuando un alumno en mis clases de meditación se pretexta en la psicología de los padres, siempre le digo que tiene que salir de ahí. No podemos estar toda la vida encontrando pretextos en nuestras figuras paternas ni escolares ni de otro tipo. No. Buda decía que hay que honrar a los padres y que, salvo raras excepciones, los padres se merecen absolutamente todo, todo, todo de sus hijos. Y yo puedo decir que mis padres han sido mis grandes gurús, mis grandes maestros de mi patria.

Aprendí tesón, fuerza de voluntad, resistencia interior de mi madre. Aprendí ternura, sensibilidad, el amor a oriente, el amor por la poesía, por la literatura, por la mística. Se lo debo absolutamente a todos ellos.

Es curioso, ¿no? Y esto se suele cumplir en muchas personas. De la relación con la madre depende nuestra relación con el mundo interno, la relación con nosotros mismos, con lo que tenemos dentro. Ahí puede ser la sensibilidad. Y en cambio de la relación con nuestro padre depende más la proyección al exterior, cómo nos relacionamos con el mundo exterior.

De alguna manera la madre es como hemos sido su embrión, pero luego ella se convierte también en nuestro embrión. Hay una especie de maravillosa simbiosis en la madre y el hijo que dura a lo largo de toda la vida y los que creen en la reencarnación a lo largo de muchas vidas. En cambio el padre, la figura paterna, es como un portón, es como una puerta que nos saca al exterior. En este sentido, buscando un poco el arquetipo, buscando lo simbólico, podríamos decir que la madre es introspección y el padre es extraversión.

Me encanta. ¿Ves? Esta es la sencillez de las charlas con Ramiro. Por mi experiencia, por las entrevistas que llevo. Cuando alguien sabe explicar las cosas de manera muy sencilla y escueta, es que sabe mucho. Es que sabe mucho. En cambio, cuando te complicas mucho y lias mucho la marija, es que sabe mucho.