1.915- Devocional Salmos 105:37, “Una liberación gloriosa”, Pastor Iván Reyes, 02-06-2025. 5t3u1r

La extraordinaria obra de redención que Dios hizo con su pueblo al sacarlo, al liberarlo de la esclavitud de Egipto, es una muestra ostensible, evidente, notoria del poder de Dios manifestado sobre los enemigos del pueblo, que eran los egipcios, que eran los esclavizadores en ese contexto, y como hemos dicho también una gran lección para los propios israelitas que podían ver como la mano del único Dios verdadero, el Dios de Israel, estaba con ellos y estaba haciendo obras portentosas, asombrosas, señales gloriosas de que él es el único Dios verdadero en Egipto, y además estaba haciendo de alguna manera también la anticipación de la verdadera redención, de la redención mucho más grande y gloriosa como en la redención del pecado y de la condenación, es decir, sacado de ese camino, de ese camino de perdición en la cual todos los seres humanos nos encontramos, del momento de la concepción en el viente de nuestra madre.

La situación histórica, sin duda, fue también la anticipación de lo que Dios haría en términos espirituales, por eso es que las dos cosas se relacionan, como vimos ayer el Cordero, del capítulo 12 del libro de Éxodo, que el Señor pidió que apartaran para que fuera sacrificado en un día particular específico y que bajo la cobertura de esa sangre ellos podían estar libres, es también una anticipación del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, por el cual a través de esa sangre preciosa y derramada, es decir, derramar su vida al Señor en expiación por el pecado nos dio libertad también a nosotros.

De la misma manera, la liberación propiamente tal es la antesala de la liberación espiritual, la liberación histórica del pueblo israelí, la antesala también en un sentido con mucha anticipación, obviamente con muchos siglos de diferencia, no obstante apuntando a la liberación absoluta del pueblo de Dios. Y eso es lo que ocurrió, o lo que ocurre en el relato del salmista, en el relato poético del salmista del versículo 37 en adelante.

Los sacó con plata y oro y no hubo en sus tribus enfermo. Esa es la primera declaración que hace, luego va a añadir. Egipto se alegró de que salieran porque su terror había caído sobre ellos. Extendió una nube por cubierta y fuego para alumbrar la noche. Pidieron e hizo venir codornices y los sacó, los sació de pan del cielo.

Abrió la peña y fluyeron aguas, corrieron por los sequedales como un río, porque se acordó de su santa palabra dada a Abraham su siervo. Es decir, allí ya está relatando también en muy pocas frases lo que vendría a ser el peregrinaje por el desierto después de que el Señor sacó a su pueblo y lo liberó de la esclavitud en Egipto.

Ahora yo quiero poner atención al versículo 37 porque es muy interesante la primera parte. Primero, destacando cuál es el sujeto de la acción, igual como el resto del salmo, donde es evidente que Dios es el que está actuando, el que está obrando para sacar a su pueblo, donde es evidente que el pueblo no tuvo ninguna participación en sí, solamente Dios fue el único que obró.

Y por eso siempre se dice, más adelante lo dijo Jonás, las salvaciones de Jehová y después más adelante todavía, cuando viene el Señor Jesucristo, cuando es anunciado por el ángel a José, dice y llamará su nombre Jesús porque Él salvará a su pueblo de sus pecados, Él salvará, Él libertará, Él redimirá.

Siempre el énfasis es Dios los sacó, el Señor es el que obra, el Señor es el que en su momento determinado coloca convicción en el corazón de las personas y los lleva al arrepentimiento y a la fe. El Señor es que por su obra de gracia penetra lo profundo del alma del ser humano y produce un quebrantamiento de corazón, así como lo que produjo en la predicación de Pedro al aplicar el Espíritu Santo al corazón de esas personas, dice se compungieron de corazón y dijeron varones hermanos que haremos y entonces Pedro les dijo aquí está el camino arrepentido.

Eso es lo que ocurre cuando el Señor también interviene, pero es Dios el que abre el corazón como abrió el corazón de Lidia junto al río ahí en Filipo para escuchar lo que Pablo estaba enseñando, es decir, para que escuchara la palabra de Dios y al mismo tiempo por el poder de la palabra llegar a la convicción de que necesitaba un Salvador y que ese Salvador obviamente es Cristo, Cristo Jesús. Así también el Señor es el que obró para redimir, para liberar a su pueblo de Egipto, lo sacó, lo salvó.